La Ciudadanía Global es la búsqueda de un bien común mayor, tenemos la convicción de que es a través de la educación como mejor y más eficazmente podemos construir Ciudadanía Global. Se trata de una misión claramente compartida, no solo entre el laicado y la vida religiosa, o entre sectores apostólicos, sino con todas aquellas personas que, a lo largo y ancho del mundo, trabajan en la consecución de la meta 4.7 de la Agenda 2030: “De aquí a 2030, asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”.
Con la inspiración de la Visión Ignaciana -la reconciliación con Dios, con la Creación y con la Humanidad-, un ciudadano o ciudadana global es alguien capaz de comprender en profundidad la red de interdependencias que conforman nuestro mundo y asumir su propio lugar en esta realidad global. Se siente parte y corresponsable de la familia humana y del ecosistema de nuestro planeta. A través de una actitud de discernimiento continuo, busca ser agente de cambio y transformación a través del compromiso con su entorno local. Sus acciones están fundadas en el profundo deseo de construir un mundo más justo y equitativo, en solidaridad y colaboración con las demás personas, promoviendo un desarrollo humano y sostenible en su hacer cotidiano, tanto en el plano personal como institucional.
En esta definición se destaca de manera especial la consciencia de la interrelación entre lo local y lo global, así como el sentimiento de pertenencia a la comunidad humana y ecológica universal. Ambas se consideran condiciones para incidir en la transformación de la realidad actual de una manera profunda y eficaz.
Para ello, se hace necesaria una PROPUESTA EDUCATIVA INTEGRAL que promueva:
Educar para el análisis crítico, que encuentra su fuente de sentido en la compasión, y que a través del discernimiento da una respuesta responsable y comprometida, para promover la justicia desarrollando un sentido de responsabilidad común ante las preocupaciones, problemas y desafíos locales y globales.
Educar para la inclusión y la equidad, ayudando a reconocer las diferencias y a transformar las desigualdades desde un enfoque y mirada de género.
Educar en la interculturalidad desde el respeto, la valoración de la diversidad y la acogida como fuente de enriquecimiento del propio marco cultural; como oportunidad para ampliar el propio modo de entender la vida y el mundo.
Educar en el cuidado de la naturaleza y del medio ambiente, fomentando valores, competencias y actitudes que permitan hacerse cargo del mundo al que debemos “labrar y cuidar”, sabiendo que “el fin último de las demás criaturas no somos nosotros, sino que todas avanzan junto con nosotros y a través de nosotros hacia un término común que es Dios” (Laudato si, 42).
Educar en la participación democrática como mecanismo de corresponsabilidad y compromiso en la construcción de una sociedad justa, equitativa y solidaria.
Educar en la valoración del diálogo como herramienta para la resolución pacífica de conflictos y para un ejercicio de la ciudadanía activo y responsable, desde la comprensión cristiana de las relaciones humanas basadas en la reconciliación, el perdón y la misericordia.
Educar en la interdisciplinariedad, trabajando desde y para el desarrollo integral de la persona, y ayudando así a generar una mirada compleja e interconectada de la realidad. Para nosotros, este desarrollo integral de la persona significa educar en las 4C (conscientes, competentes, compasivos y comprometidos). Todo el esfuerzo de la interdisciplinariedad debe ir orientado a profundizar la concreción de esta comprensión de la educación integral como las cuatro dimensiones que se complementan y alimentan unas a otras.
Educar para una Ciudadanía Global incide de lleno en lo que podríamos llamar la dimensión internacional de nuestras escuelas. Nos debe llevar a una pedagogía y programación que aspire a preparar al alumnado para entender y respetar las culturas del mundo, respetar y valorar la diversidad, estar abiertos a experiencias de países, costumbres y culturas que son diferentes de las propias y a tener una perspectiva global de las injusticias sociales. Los colegios jesuitas disponemos de la red Educate Magis establecida para conectarse, participar y relacionarse alrededor del mundo. Esta suministra una plataforma a todas nuestras instituciones y educadores para comprometerse mutuamente en procesos dinámicos y creativos.
DERECHOS HUMANOS… Y DEBERES HUMANOS: Derecho a vivir con dignidad y consciencia de las obligaciones que nos generan los derechos de los demás.
DESIGUALDAD Y POBREZA : El valor de la solidaridad como respuesta a las injusticias del mundo.
MOVILIDAD FORZOSA Y HOSPITALIDAD o Generar una cultura de la hospitalidad con las personas que padecen una movilidad forzosa como resultado de conflictos bélicos, desigualdades económicas, motivos climáticos, como derecho suyo y como deber moral y humanitario nuestro.
RECONCILIACIÓN CON LA HUMANIDAD: Entender el servicio de justicia y paz al que nos llama Jesús como la principal forma de combatir el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas.
DIVERSIDAD: Reconocer, valorar y aprender de la diversidad cultural, étnica, lingüística, sexual, religiosa, funcional…
RESPETO E IGUALDAD: Impulsar la lucha contra el racismo, la xenofobia, la aporofobia, la homofobia y cualquier otra forma de discriminación.
CONVIVENCIA Y DIÁLOGO: Más allá de la simple acogida o el respeto: la interculturalidad es buscar activamente el diálogo, la convivencia y el deseo de aprender del otro.
RESOLUCIÓN PACÍFICA DE CONFLICTOS: El intercambio de cosmovisiones, competencia imprescindible de los ciudadanos y ciudadanas globales.
LAS RELACIONES DE GÉNERO: Una visión crítica sobre el modelo patriarcal, las relaciones de poder, la discriminación de las mujeres y los estereotipos vinculados a lo masculino y lo femenino.
LA ESCUELA COEDUCATIVA: Una respuesta desde la educación para conseguir que mujeres y hombres incorporemos nuevos referentes y nuevas formas de vivir la masculinidad y la feminidad y formar personas en igualdad, libres, autónomas y responsables.
ÉTICA DEL CUIDADO: Aprender a cuidar de sí mismo y de los demás, valorando la importancia de asumir las labores de cuidado de forma equitativa, como un compromiso en favor del bien común.
ANÁLISIS CRÍTICO DE LA REALIDAD: Una visión crítica que exponga sin ambages la crisis ecosocial, el cambio climático, la insostenibilidad del modelo de desarrollo económico actual, la conexión local–global, la sobreexplotación de los recursos naturales y la responsabilidad que tenemos en todo ello.
CUIDADO DE LA CASA COMÚN: Colaborar en la misión de “prestar ayuda a la sanación de un mundo herido, promoviendo una nueva forma de producción y consumo que coloque la creación en el centro”.
ESTILOS DE VIDA SOSTENIBLES: Apuesta por un consumo responsable y justo, búsqueda de sistemas alternativos de producción y consumo e impulso a las nuevas formas de relación con la naturaleza.
CIUDADANÍA GLOCAL, LIBRE, CRÍTICA Y RESPONSABLE: preparar en competencias para ejercer una ciudadanía local-global responsable (capacidad de debate y diálogo desde la diferencia, toma de decisiones compartida, espíritu de equipo, sentido de pertenencia, etc.).
PARTICIPACIÓN: Ejercer las formas de participar y comprometerse hacia dentro y hacia fuera del centro como primera toma de contacto con la participación democrática.
TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD: Compromiso con la transformación de la sociedad, con la construcción de una sociedad justa y solidaria, siendo miembros activos de la sociedad civil.